viernes, 21 de agosto de 2009

Dreams - Alma de China



Acabo de ver en el Palacio de Congresos de mi ciudad, La Línea de la Concepción, el espectáculo ‘Dreams. Alma de China’. El Circo Acrobático Nacional de de Pekín ofrece una puesta en escena en dos partes, de unos 45 minutos. Una niña está durmiendo y sueña con que viaja un bosque fantástico, en el que el abuelo árbol la acompaña en un paseo que dura un día para ver a los animales y a los pájaros. Después se despide de sus amigos y se despierta.

La estética por la estética está muy bien. Este espectáculo apenas tiene narrativa, ya que es una sucesión de números acrobáticos espectaculares. En China la acrobacia tiene unos 2.500 años de antigüedad, desde la época de la Dinastía Han y en su origen formaba parte de los festivales de las cosechas de los pueblos. Mucho tiempo después podemos disfrutar del mero placer visual de esta sucesión de destrezas físicas.


El escenario representa un bosque tropical y los números, en grupos femeninos o masculinos, con tan solo uno mixto, se van sucediendo ininterrumpidamente. Hay ranas que realizan volteretas y talabartes, unos traviesos monos que realizan equilibrismo en postes verticales, delicadas mariposas que llevan platos y ardillas que saltan en los aros. Seguramente la mayoría del público piense en la resistencia física y yo también, claro está, pero me venía a la mente, sobre todo, la idea de la disciplina mental. Lo que llamamos: trabajo de chinos es resultado de una concentración increíble, de una completa entrega a la tarea que estás realizando y sin duda este tipo de actitudes son muy culturales. El mundo quedó fascinado con la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín de 2.008 y esto es sólo una pequeña muestra, pero parte del mismo concepto y la misma forma de entender el trabajo.

Uno de los números más sencillos, pero para mi gusto más estéticos, era cuando aparecían en el escenario dos acróbatas. Tan sólo llevaban un bañador negro y realzaban sus musculosos cuerpos con pintura, remarcando los abdominales y otros músculos. Sujetándose iban realizando distintas posturas y en un momento uno de ellos quedó en equilibrio apoyando todo su peso tan sólo sobre su mano en la cabeza del compañero. Había momentos en los que parecían un solo cuerpo. Mientras tanto sonaba la música de la película ‘1.492’, obra de Vangelis.


Mientras que en los números masculinos había algún toque de humor y destacaba más la fuerza, los femeninos eran más delicados, pero igualmente imaginativos. Las mujeres también mostraban su habilidad y una de ellas retorcía su cuerpo sobre sí misma, poniéndose las piernas por delante. Posturas e imágenes increíbles que me llevaron a pensar en la película ‘Freaks’ y en la visión que daba de aquellos monstruos de feria. Ahora el circo, en una época de decadencia ante tantos estímulos, tiene que reciclarse. Por eso espectáculos como el de acrobacia o el exitoso modelo del Circo del Sol triunfan, por su buen gusto, su cuidada estética y su espectacularidad.

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