Tenía que llegar esta entrada. Una de las últimas entradas como veinteañero. Y llegó, ya está aquí, llegó el momento de enfrentarse al miedo al folio en blanco o, en este caso, al blog en blanco y a escribir. De eso se trata, ni más ni menos. Ay la celebritis, estamos celebrando todo: el milenario, los 200 años, los 100 programas de televisión o que hace cinco minutos que nos conocimos por facebook. El caso es celebrar, se celebra todo, desde las fechas más pomposas en el calendario hasta el aniversario del invento de un producto pop.
Podría decir muchas cosas, pero no quiero ser espeso, no quiero ser frívolo tampoco, no quiero ser profundo, no quiero citarme a mí mismo. ¿Cómo hablar? Ese fue el título del primer artículo de opinión que escribí en prensa, parafraseando a Amaral. Me encanta esa canción. Podría poner un párrafo-contenedor y citar a Paco Toronjo, Tales de Mileto, Lady Gaga, los hermanos Calatrava, Poe, Mozart, Chomsky, Belén Esteban, Sarkozy y Carla Bruni, Lola Flores o Akira Kurosawa. Podría contar anécdotas, recuerdos de vida, todo eso se queda pa mí, no es el sitio ni tengo ganas de recordar. Estamos en el aquí y en el ahora.
Sólo dos cosas, muy sencillitas, nada de intelectualismos. Una vez me contaron una anécdota que me gustó mucho, se me quedó grabada, por lo humana y lo verdadero. Por lo mucho que dice de nuestra sociedad y, en definitiva, de nosotros. Son hechos reales. Pasó en Madrid, en el metro. Entre toda la gente que pide a diario una limosna, había un hombre que estaba loco. Lo decía, lo reconocía. Estaba loco. Gritaba, estaba mal, no era feliz. Y soltó una frase que en toda su sencillez es horrible, rotunda y desesperanzadora. "Yo no quiero a nadie porque nadie me quiere a mí".
Motivos para el pesimismo. Eso siempre, ya sabéis, todos los que queráis y más. La insoportable levedad del ser, conflictos diplomáticos, tú en tu casa y yo en la mía, la imposibilidad del consenso, dolor y muerte. La primera contradicción: estamos aquí sin quererlo. Hemos nacío y hay que apechugar, pero nadie elige nacer. Sí puedes elegir qué hacer con el tiempo que te ha sido dado, eso sí que es otra historia.
Motivos para el optimismo. Pues claro, eso siempre, estamos vivos. Alegría, amistad, viajes, diversión, solidaridad, encuentro, una mirada, tú mismo o tú misma, lo que somos y podemos ser. El proyecto vital. Una palabra tuya bastará para sanarme. Y un listado de motivos, sensaciones y sentimientos en esta canción de Luis Eduardo Aute, que versiona Massiel. Hace poco se la dediqué a una amiga y espero que le haya servido. Felicidades a todos, felicidades a mí, el 1 de octubre es mi cumpleaños y caerán los 30 señoras y señores. Ahí vamos. Buenas noches y buena suerte!