Los árboles no nos dejan ver el bosque. Podríamos citar muchos ejemplos vitales, pero aquí vamos a centrarnos en la cultura, en dos de sus expresiones: pintura y cine. La historiografía tradicional y los medios de comunicación de masas se encargan de repetir una serie de estereotipos que acaban calando en la gran mayoría de la gente. Somos pura imagen y en muchos casos la gente no ve más allá de la primera apariencia. Dos ejemplos podrían ser Bartolomé Esteban Murillo y Audrey Hepburn.
La fortuna histórica de Murillo ha ido oscilando. En el siglo XIX era uno de los pintores españoles más reconocido tanto dentro como fuera del país, incluso rivalizando con Velázquez. Para muchos era un pintor cómodo, amable, alegre, burgués, de estampas de la Virgen María y de San Juanito. Durante el siglo XX los pintores vanguardistas se interesaron más por artistas tan poco convencionales como El Greco o el austero Zurbarán. Murillo pasó a ser considerado casi como un gran artista, con talento, pero demasiado blando, demasiado 'light'. Reproducciones de sus cuadros llenaban distintos productos y sus imágenes devocionales se repetían hasta la saciedad.
En los últimos años ha surgido una corriente más crítica, dentro de una visión más amplia y contextualizada de la historia del arte. Por eso se quiere lanzar el mensaje de que Murillo es mucho más que la Inmaculada Concepción (de la que hay varias versiones, algunas en Sevilla y una en el Oratorio de San Felipe Neri de Cádiz). Fuera de España se conserva gran parte de su colección de retratos infantiles y también se ha hecho hincapié en su sensibilidad social, siempre enmarcada en su contexto histórico, religioso y cultural. Precisamente hace unos meses (publiqué una entrada) visité en Sevilla la muestra del joven Murillo, que pretendía desterrar tópicos y ofrecer una imagen mucho más completa de este gran artista, uno de los mejores pintores españoles del Siglo de Oro. Aunque gran parte de su producción sea religioso, también era un retratista muy notable. Aunque el maestro Velázquez... bueno, eso ya es otra historia.
Del blando Murillo a la omnipresente Audrey. La actriz belga ya no es sólo un mito de la historia del cine, si no un icono cultural. En cualquier bazar o tiendas de los chinos (como se las llama popularmente) te encuentras poster, cuadros y otros objetos decorados con su imagen. Las colecciones de moda de los últimos años se inspiran en ella y muchas actrices han manifestado públicamente su admiración. Pero Audrey es mucho más que Desayuno con diamantes, Sabrina y My fair Lady.
También interpretó papeles que se salían más de su registro, como en 'La calumnia' o 'Sola en la oscuridad'. Pero en el imaginario colectivo Audrey se representa como un ángel. En vida rechazó ser imagen de la marca Tiffany, aunque la publicidad que les ha hecho es impagable. Quizás haya demasiada iconografía de Audrey Hepburn, pero no se queden con una cara bonita, con un icono, con un rostro repetido hasta la saciedad. Dentro hay pura vida, que es lo valioso. Y hay muchas películas suyas por ver, que están ahí para ser recordadas, más allá de las habituales. Aunque hablando de vidas la de Marilyn Monroe fue mucho más dolorosa e intensa. Pero esa también es otra historia...
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