Bienvenidos a una página en la que conviven Norma Duval y Macaulay Culkin, Jaime de Marichalar con desnudos de los años 70, Nadiuska y Leonardo Dantés, Isaac Asimov y Paris Hilton, Belén Esteban y Tim Burton, cine de Ed Wood con canciones de El Fary, José Luis Moreno y una colección de viudas (entre la que no falta Yoko Ono). Objetos de culto petardo, bellas mujeres, tíos cachas, frikis, héroes de ficción, divas olvidadas. Bienvenidos a Viva el petardeo.
Tuvo que ser la primera noche del verano. La noche de San Juan. El pasado 23 de junio unas amigas me animaron definitivamente a crear en facebook una página donde dar rienda suelta a nuestros gustos más bizarros. Y así, como una broma, nació 'Viva el petardeo'. Pensé en otros nombres más pomposos como 'El museo de los horrores' o 'Elogio de la basura', pero me gustó ese viva por el petardeo, como un rincón para la frivolidad. Lo que empezó siendo una broma, dos meses después, tiene más de 200 seguidores y, siendo un poco pedante, podría decir que acabará siendo un grupo de culto. O ya lo es para quienes lo seguimos.
"Hay que tener muy buen gusto para apreciar el mal gusto" es la frase que aparece en el muro de este grupo. Si nos tomáramos la vida en serio, no podría existir y habría que 'prohibir' gran parte del contenido publicado. Pero, como decían en el mayo del 68, prohibido prohibir. ¿Y de qué va esto del petardeo? Pues se ha ido creando con el paso del tiempo y viendo la aceptación entre sus seguidores. El petardeo es una colección de vídeos y de fotografías, agrupadas por carpetas temáticas. Y el contenido es completamente abierto, tienen cabida meteduras de pata de políticos, cantantes olvidados de los 60 y 70, declaraciones políticamente incorrectas, discursos absurdos de misses, besos llamativos, actrices del destape, casas de famosos, cine bizarro, grandes éxitos musicales de gasolineras...
Todo este material es enorme y cada vez interesa más. La gran diferencia del petardeo, como todo en la vida, es la mirada sobre aquello que estás viendo. La mirada de los 'petarditos' (como nos llamamos los seguidores, viva el autoconcepto) es tierna, irónica y nostálgica. El petardeo se nutre de décadas de cultura popular durante el franquismo, de arte pop, de un toque de underground, del mundillo del espectáculo, de la visión gay del arte, de la cultura de consumo, de la televisión. Todo eso conforma un universo casposo, cutre, kitsch, densamente petardo, pero a la vez fascinante. Es casi un reflejo de otros tiempos y también del tiempo actual, bajo sus vídeos y sus fotografías en apariencia banales hay mucho de lo que hablar: de cómo nos vemos a nosotros mismos, de a qué dedicamos el tiempo de ocio, de los avances de las minorías, de la imagen de la mujer o los gays... Es un rincón absurdo y genial, alocado y divertido, es casi un museo de lo banal, de lo que cae en el olvido. Hasta que ahí estamos nosotros, criados en la cultura de la televisión y de Internet, para rescatarlo.
Una mirada estricta no aceptaría las versiones locas de Emilio el Moro ni las declaraciones de El Fary ni canciones tan rancias como 'No decirle mariquita'. En los 'subproductos' que vamos publicando en el petardeo se cuela la homofobia, el machismo, incluso la violencia sobre las mujeres. Pero todo ello desde la falta de apego actual, sin caer en la reivindicación, ni mucho menos, nos acercamos a estos productos como quien contempla en un museo una escena de martirio. Nos fijamos en los colores, en las caras de la gente, en la manera de expresar, pero condenamos totalmente ese tipo de prácticas. No tengo muy claro quiénes siguen el petardeo, pero creo que puede tratarse de gente muy inteligente, que se toma la vida con la ironía suficiente para saber que el humor empieza por reírse de uno mismo. Si no, acabarían cerrándonos la página.
Una mirada estricta no aceptaría las versiones locas de Emilio el Moro ni las declaraciones de El Fary ni canciones tan rancias como 'No decirle mariquita'. En los 'subproductos' que vamos publicando en el petardeo se cuela la homofobia, el machismo, incluso la violencia sobre las mujeres. Pero todo ello desde la falta de apego actual, sin caer en la reivindicación, ni mucho menos, nos acercamos a estos productos como quien contempla en un museo una escena de martirio. Nos fijamos en los colores, en las caras de la gente, en la manera de expresar, pero condenamos totalmente ese tipo de prácticas. No tengo muy claro quiénes siguen el petardeo, pero creo que puede tratarse de gente muy inteligente, que se toma la vida con la ironía suficiente para saber que el humor empieza por reírse de uno mismo. Si no, acabarían cerrándonos la página.
Se aprende mucho de la basura. Dice mucho de lo que somos. Se cuenta que en Hollywood hasta se ha llegado a urgar en la basura de los famosos, para ver sus despojos y miserias, intentando sacar una noticia hasta de esa colección de desperdicios. Mucho se puede aprender de la cultura-basura también. Y otra pincelada: si fuera un teórico y tuviera que defender el petardeo diría que plantea una visión de la vida basada en dos conceptos contradictorios: lo natural y lo artificial. Lo natural es la expresión popular, por ejemplo las faltas de ortografía (Patadas al diccionario, errores motivados por la falta de cultura) o los dudosos gustos estéticos en ciertos lugares (Universo cani, con una cultura juvenil que vive de la estética de los kinkis de los 80, reciclada por el universo de Internet, la web-cam, el reggaetón y las redes sociales).
Por otro lado tenemos lo artificial, cuna del frikismo, y aquí entramos en el universo de la ciencia ficción, de los mundos paralelos, de la conquista del espacio, de los ovnis. De los numerosos frikis, con su toque intelectualoide, de sagas como 'Star wars', 'Star trek' o el anime japonés. Y vía televisión llegaríamos a Perdidos y sus múltiples retos para el espectador. Lo artificial frente a lo natural. Las operaciones de estética, la obsesión por la juventud, la máxima de que el espectáculo debe siempre continuar. Cultura pop pura y dura. Consumo exacerbado. Consumo efímero, productos de un día, seres que cuentan sus miserias ante las cámaras, salen en Interviú y luego retornan a sus (más o menos) anodinas vidas. Salir en la televisión. Creo que en el petardeo seguimos al pie de la letra la máxima profética de Andy Warhol: 'En el futuro todo el mundo tendrá sus quince minutos de fama'. El minuto dieciseis, queridos amigos, eso será otra historia...
Hay tanto que contar a partir del minuto 16, querido Luis... Yo creo que esta página muestra al fin y al cabo lo que es la cultura popular digerida por la misma sociedad que la ha encumbrado. Todos esos realityes, las conclusiones intelectuales de los famosetes, las canciones de tonada fácil y las starlets que duran dos telediarios... la mayoría de estos estímulos proceden de la televisión, los diarios amarillos y la prensa de papel couché, y lo que no está grabado ni fotografiado no existe. Por eso "Viva el petardeo" es una página trash, en donde tienen cabida tantas y tantas cosas que ya forman parte de la memoria colectiva. El petardeo hoy por hoy no es aun una asignatura, pero tiempo al tiempo... Un saludo :)
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