Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Yo diría que una emoción vale más que mil explicaciones. Uno de los temas en los que pienso con frecuencia es la necesidad de emocionarse, en cómo el ser humano vive la vida, en qué es lo que nos hace tirar para adelante. Siempre he creído que el mundo da argumentos tanto a los optimistas como a los pesimistas, aunque a veces lo ideal sería mantenerse en un sensato realismo, con una pizca de escepticismo y unas gotas de vitalidad pura y dura. 'El cielo es para mirarlo, no para interpretarlo', dicen en una canción de Tote King y Antonio Orozco.
Los hechos son los que son, pero toda vida es pura interpretación. Discrepancia, debate, diálogo, división de opiniones. El hombre intenta poner orden el caos: desde su propia y minúscula vida hasta el mundo, ese ente tan enorme e inabarcable. Lo que hace grande al ser humano es que oscila siempre entre el cielo y el suelo, entre lo sublime y lo miserable, entre la capacidad de llegar a lo más alto y también la enorme posibilidad para causar dolor en él mismo y en los otros. Cuando empiezo con reflexiones espesas no llego a ninguna parte. Pero ni falta que hace posiblemente. Al final te pones a pensar y lo que cuentan son los sentimientos. Argumentos y teorías hay para todo: para negar este mundo, para cuestionar su sistema, para poner en solfa las ideas que hemos mamado desde la cuna, para renegar de lo que fuimos o incluso de lo que somos, para sentirse hasta estafado. No elegiste nacer, simplemente has llegado hasta aquí.
Pero aquí estamos. Eso es la importante. Aquí y ahora, la nada cotidiana, la calderilla de la felicidad. Al final es psicológico todo, casi todo lo que somos está en la cabeza. Nadie se levantará mañana porque pueda orinar, parpadear, caminar o estornudar. El físico es el contenedor, pero somos mucho más que eso. Nos mueve pensar, los sentimientos, las ideas, querer ser siempre más, en un sentido de ambición sana. Y así podríamos estar toda la noche, añadiendo nuevas palabras a la nada. Es verano, debería estar frívolo, pero ya tengo otras vías para canalizar eso. Aquí y ahora me apetece hablar de los sentimientos, de las emociones, de lo que somos en definitiva. ¿Motivos para el pesimismo? Siempre, la lista es larguísima. ¿Motivos para el optimismo? Por supuesto. Cuida tu condición humana. Buenas noches y buena suerte
Luis
P.D. - Escribiendo esta entrada he escuchado 'A corps perdu' y 'Show must go on' en la voz de Gregory Lemarchal, un joven cantante francés, ya fallecido. In memoriam
Qué decirte Luis? Pues que sí, que esa "receta" filosófica que nos das es LA RECETA para afrontar la vida, al menos para mí. El escepticismo es muy sano, tanto como el optimismo. Para mí serían las dos piedras angulares.
ResponderEliminarY una entrada filosófica siempre es necesaria, porque sí, porque tienes razón, porque las emociones nos hablan en un lenguaje tan directo que no hay otro (imágenes o palabras) que lo puedan sustituir. Necesitamos sentir la vida, por eso hablamos de sentirnos vivos...
Me gusta tu lado frívolo, pero casi más este lado filosófico.
Besos
Gracias Yolanda, me alegro mucho de que te haya gustado esta entrada. Son impresiones a vuela pluma, sin demasiado hilo conductor, pero las quiero compartir con vosotros y me gusta verlas así por escrito. Y sí, es necesario combinar el lado frívolo y petardo con este lado filosófico también, en la vida hay de todo, el caso es saber sacarle su jugo a todo: desde las cosas más pequeñas y olvidables hasta los grandes temas de la humanidad, que son casi siempre los mismos.
ResponderEliminarY ahora voy a escribir otra entrada, que estoy inspirado... esta será más petarda, ya lo verás :)