Los años no pueden resumirse, sólo pueden vivirse.
Si esto fuese un blog de política, habría que hacer un resumen de los acontecimientos más relevantes en la política internacional y la nacional.
Tengo ganas de escribir, pero no tengo ganas de decir nada. ¿Es posible? ¿Escribir es un placer o una tortura? ¿Las palabras nacen del corazón o de la cabeza? ¿Sirve para algo escribir? Por supuesto. El mundo está lleno de palabras y posiblemente la gran mayoría no valgan para nada, sólo sirvan para añadir ruido al universo. Pero todos tenemos la palabra y, con ella, tenemos la posibilidad de imaginar, tenemos la forma de que las cosas horribles parezcan más llevaderas, tenemos la opción de cambiar lo que no nos gusta, de divagar, de reflexionar, de decirlo todo sin decir nada, de desvariar, de poner una palabra tras otra, sin que eso signifique nada.
Aún quedan escritores que necesitan usar su máquina de escribir. No podrían 'parir' su universo literario sin este instrumento, encantador y mágico, casi patrimonio ya de los museos. ¿Quién le pedirá hoy día una máquina de escribir a los Reyes Magos? A mí me la trajeron hace muchos años, ese día ni la miré... pero después me di cuenta de lo valioso que era ese regalo. Ahora ya nos hemos acostumbrado tanto al ordenador que usar la máquina de escribir sería como cambiar el mp4 por el disco de vinilo. Todo tiene su encanto, los tiempos cambian.
Conversaciones de chat, de messenger, redes sociales, blogs. Palabras y más palabras. Comunicación. Al empezar este blog escribí una entrada titulada 'La escritura infinita'. Hoy quería poner aquí unas cuantas palabras más, sin hablar de actualidad ni de cine ni de divas ni de nada de eso. Simplemente teclear por el placer de teclear en el ordenador. Escribir por escribir. El año se va acabando y os adelanto una próxima entrada: 'Doce meses, doce divas'. Saludos a todos.
Entre versiones de estudio, colaboraciones, remixes, reediciones y otras rarezas varias saber con cuánta gente ha cantado Alaska a lo largo de su carrera musical sería un trabajo más propio de una tesis que de una entrada en el blog. Pero aquí seguimos con estos promiscuos musicales y ella sin lugar a dudas es la promiscua musical del pop español por excelencia. Prácticamente no le hace ascos a nada: igual canta con grupos de indie pop como Le Mans, Family o Astrud que con 'históricos' del panorama musical como Raphael (le han cogido el gusto y ya llevan varios duetos juntos) o Camilo Sesto.
Alaska gustará más o menos, se la puede criticar por sus reducidas cualidades vocales o por los derroteros que ha ido tomando su carrera en los últimos tiempos, pero sin duda se ha creado un personaje y un estilo marcado por el eclecticismo. Se puede permitir decir lo que quiera y aparecer en sitios aparentemente contradictorios y seguir manteniendo su dignidad, su estilo y su legión de fans. Pero el 'estilo Alaska' es otra historia, esta entrada es para recordar algunos de sus duetos.
El listado sería interminable: desde grupos de heavy como Mago de Öz hasta cantantes pop como Marta Sánchez (más convencional) o Julieta Venegas (más alternativa), 'Quiéreme otra vez' con OBK, con Miranda, con Dover, con Paco Clavel (en sus inicios), con otros clásicos del pop ochentero como Loquillo o Miguel Bosé (Amante bandido) y duetos muy bizarros como 'Entre mil dudas', con Camela, o 'Porque pasó lo que pasó' con Los Chunguitos. En fin, promiscuidad musical en estado puro, otra cosa sería la mayor o menor calidad de estos temas... La última ocurrencia, que era de esperar, visto lo visto, es ese dueto 'absolutamente' entre Alaska y Sara Montiel, que puede ser interpretado como basura sin concesiones o como fantástico cruce de referencias posmodernas, puro eclecticismo integrador de épocas y de referencias culturales descontextualizadas o, mejor dicho, en nuevos contextos que intentan romper con épocas anteriores. Ojú me estoy rayando...
En fin, me voy despidiendo con uno de mis duetos favoritos, otra auténtica rareza con un toque kitsch, Alaska, musa del electropop, con un grupo tan clásico como Los Panchos. Un bolero remasterizado. Toma ya, feliz promiscuidad musical.
El domingo 1 fui a ver 'Ágora' y me ha gustado. Precisamente ese día el suplemento del País Semanal lleva un artículo bastante favorable de Rosa Montero, en el que critica a los críticos que han recibido de una manera bastante fría a esta película de Amenábar. Quizás ha levantado muchas expectativas, aunque como siempre entramos en el terreno de lo subjetivo. De todas formas en taquilla ha tenido bastante éxito y en cuanto al público, quizás división de opiniones.
De entrada me parece una película valiente y arriesgada por el tema elegido. Mezcla de cine espectacular y de cine de ideas. Quien vaya buscando un mero entrenimiento mientras se come las palomitas quizás se defraude. También aquel que busque algo demasiado intelectual. La película no satisfará a ninguno de esos dos espectadores tipo. Sin embargo tiene acción, tiene historia, tiene la soberbia interpretación de Rachel Weisz, tiene planos espectaculares y tiene ideas y reflexiones. Lo que no tiene es historia de amor. Bueno, maticemos: tiene bastante amor, aunque no en el sentido convencional. Tiene amor platónico, amor que no se puede consumar, amor a las ideas, en definitiva: tiene amor. Otro acierto para mi gusto es que los planteamientos sobre la astronomía, una ciencia poco tratada en el cine, se explican con una serie de imágenes didácticas y efectivas.
No se trata de profundizar en el rigor histórico de la película. Tampoco de desmontarla. No soy crítico, sólo soy aficionado al cine. Ágora es un paso más en la carrera de Alejandro Amenábar, muy grande, que ya empieza a provocar algunas suspicacias entre quienes creen que su obra genera demasiado interés. Ya empiezan a discutirlo, pero eso quizás le venga bien. No eres nadie si no tienes detractores. Ágora no se me hizo aburrida ni larga, me entretuvo y a su vez me llevó a reflexionar sobre una etapa histórica poco conocida y sobre la intolerancia, otro de los temas centrales de la obra. Me gustaron especialmente las conversaciones filosóficas y el final, emotivo e impactante. El círculo. La idea del círculo. Un paso más en la carrera de un cineasta atípico, que está llamado a ser muy grande y cuya carrera no ha hecho más que empezar. ¿Qué será lo siguiente que nos tenga reservado su mente inquieta y genial?