lunes, 6 de junio de 2011

Midnight in Paris y la nostalgia

No hablaré de 'Midnight in Paris' como película. Ay, Woody Allen, me encantas, eres el más grande, tienes permitido hacer lo que quieras, hacerlo una vez al año, con total libertad y siempre lo que me ofrezcas me va a gustar más que casi todos los demás, pero te repites, amigo, y no has sido tan cáustico ni tan cínico como nos tienes acostumbrados... el tour europeo está genial, pero creo que ya podrías ir volviéndote a Manhattan. Dicho con todo el cariño, claro, de uno que ha visto toda su filmografía y cree que Woody es el más grande!

Pero esta entrada no es para cuestionar o no los méritos, por otra parte indudables en la parcela estética, de esta película, si no dedicar unas breves líneas a la nostalgia. El protagonista de 'Midnight in Paris' es un escritor americano de películas comerciales y convencionales, que por arte de magia aparece en los años 20, donde tiene la oportunidad de alternar con los escritores y artistas que más admira. Frente a él desfilan el matrimonio Scott Fitzgerald, con la atractiva y esquizofrénica Zelda, un extravagante Dalí que sueña con rinocerontes, Pablo Picasso, recelando de sus amantes, un indómito Hemingway que busca gresca con todos y sentencia en vez de hablar, Gertrude Stein casi como la 'mamma' intelectual, Buñuel... un fascinante fresco de una etapa que yo también tengo mitificada.

Las personas que son mitómanas, las que adoran a los artistas del pasado, siempre van a tender a pensar que sus épocas eran más adorables, más fascinantes, tenían más encanto, estaban menos contaminadas, más limpias, menos corruptas, más creativas que la actual. Pero si bien quisiéramos transportarnos por unos días u horas a esa época, e incluso algunos dirían que les gustaría quedarse a vivir en ellas, no hay que perder de vista que nos hemos acostumbrado a miles de comodidades contemporáneas que forman parte de nuestras vidas, en las que ni siquiera reparamos, pero sin las que nos resultaría menos agradable la existencia, por mucho que viviéramos en el París de la Belle Epoque, el Berlín de entreguerras, el Nueva York de los años 70 o la época de la Contrarreforma.

Sin duda es fascinante admirar a grandes talentos del pasado, escritores, artistas, cantantes, científicos... pero más allá de reconocer y resaltar sus méritos, no podemos dejar de ver que son personas extraordinarias en facetas concretas, pero no dejan de ser personas. Eso supone también tener miedos, problemas, inseguridades, no ser perfectas y posiblemente llegar a resultar decepcionantes si, como el personaje de la película, tuviéramos la ocasión de conocerlas en persona. Y no citaré el ejemplo de un admirador que fue a pedirle un autógrafo a  un conocido director de cine, escritor y actor y su respuesta fue mandarlo a la mierda.

La nostalgia. Ay, la nostalgia. Está bien soñar, evocar épocas, imaginar otros tiempos... pero al fin y al cabo tampoco se está tan mal en los nuestros. En la Belle Epoque tenían la tisis. No tenían twitter, por otra parte. La vida no es tan diferente, es la tecnología la que nos diferencia y nos sofistica, las herramientas con las que trabajabamos y los elementos que emplemos en nuestro paso por el mundo... en lo profundo el ser humano casi actúa igual todas las épocas. Aunque unas, me lo van a permitir, queridos lectores, tengan más encanto que otras...

Les dejo con una reflexión de mi amiga Loli, ayer hablábamos de este tema al salir del cine y ella argumentaba que le parece más meritorio que el talento humano florezca en las circunstancias más adversas, por ejemplo cuando un país está viviendo una guerra. Entonces aún tienen mayor valor las creaciones artísticas o literarias que en entornos más apacibles.

1 comentario:

  1. EStoy totalmente de acuerdo con Loli, Luis.

    Sobre la nostalgia, es incuestionable que todos tenemos nuestras épocas doradas, y que giramos a veces en torno a una búsqueda incesante de referentes que nos recuerden a ellos.

    Me gusta mucho que recuerdes que los mitos son humanos, y que regañes a Woody Allen (ya sé que me repito, pero el tiempo pasa para todos, y la fuerza está en la juventud). De todos modos, la creatividad también está en la persona, y una persona creativa mayor sigue dando sus frutos, aunque de una forma diferente.

    No vi la película, ¿esto es una recomendación con mayúsculas? ;)

    Besos

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