miércoles, 23 de junio de 2010

Poemas VI, Pues el tiempo no para


Pues el tiempo no para, nada importa
que los días vividos aproximen
el vaso de agua amarga colocado
donde la sed de vida se exaspera.
No contemos los días que pasaron:
fue hoy cuando nacimos. Solo ahora
la vida comenzó y, lejos aún,
la muerte ha de cansarse en nuestra espera
(José Saramago)

lunes, 14 de junio de 2010

We can work it out

Esto lo arreglamos entre todos, Esto que lo arreglen quienes lo jodieron. Optimismo y pesimismo antropológicos, mensajes comerciales, usos y desusos, como siempre cada uno te va a contar la historia como le interesa.

En los últimos días escucho mucho 'We can work it out', de ahí ese comienzo al contexto actual de crisis. Pero esta canción de los Beatles, del año 1965, nada tiene que ver con la crisis económica. Salvo la ironía del lema 'Podemos arreglarlo'. La política siempre acaba viciándolo todo. La canción es optimista, tiene fuerza y se te queda grabada, como tantas y tantas otras melodías de los Beatles. El 'podemos' en un sentido intimista me gusta. Podemos arreglarlo, podemos seguir intentando que nuestra relación siga flotando, podemos intentar mejorar cada día, podemos intentar ser un poco menos egoístas y pensar un poco más en los demás. Podemos intentarlo, el tiempo se nos pasa y hay que seguir haciéndolo.

El 'podemos' en plan pretencioso no me gusta. No hay varitas mágicas ni recetas para salvar el mundo. Ni el sálvese quien pueda tampoco. 'Podemos poner las cosas en su sitio o decirnos buenas noches'. ¿Qué hacemos entonces? No tengo ganas de filosofar ni de contar mi vida ni de reflexionar, simplemente de poner la música y que suene 'We can work it out' de los Beatles. Que, por cierto (tenía que meter la cuña) han interpretado muchos artistas, desde Petula Clark hasta Deep Purple, pasando por Stevie Wonder o Chris de Burgh.

Podemos arreglarlo. O, al menos, lo intentaremos. No te prometo nada: lo intentaremos. Buenas noches.


martes, 8 de junio de 2010

La fama cotidiana


Si ponemos la lupa sobre cualquier parte de la piel nos damos cuenta de sus arrugas e imperfecciones, de su textura y vemos por primera vez o somos consciente de que tenemos algo delante y nunca hemos reparado en ello. Este blog no es nada exhaustivo ni profundo ni completo, simplemente son retazos a vuela pluma. Tras este comienzo os diré que quiero hablar de un tema que me parece sumamente interesante: la fama. La fama cotidiana. Saber quién tiene más espacio en los medios de comunicación y en el imaginario colectivo dice mucho de cómo es una sociedad. De lo mucho que aún nos falta por avanzar, de nuestras debilidades, pero también de nuestra necesidad del escapismo.

Para empezar habría que definir, aunque sea muy brevemente, qué es la fama. En la sociedad posmoderna todo el mundo tiene sus quince minutos de fama, como profetizó Andy Warhol. El problema es que todo se equipara, da igual una cosa que otra, en el telediario tienen cabida Obama, Belén Esteban, Cristiano Ronaldo o Amy Winehouse junto a terroristas, secuestradores, asesinos, dictadores, violadores y espontáneos que interrumpen actos sociales con la esperanza de tener a su vez su minuto de gloria, ver su imagen repetida hasta la saciedad en los medios.

Una sociedad tan llena de todo y tan falta a su vez, en la que la fama, podemos verlo, tiene su cara y su cruz.


La cara: adoración y exaltación del famoso. Época ideal para mitómanos. Lo de forrar carpetas en la adolescencia ya viene de atrás, pero no queda ahí la cosa. Los medios de comunicación de masas, los generalistas y mayoritarios, hay alternativas de mayor o menor peso, insisten una y otra vez en una serie de personajes. Quizás el culmen del famoso sea el deportista: brillante, exitoso, joven, sano, atractivo. Una época ideal para mitificar a estos modernos dioses, para ver en sus hazañas y proezas una catarsis colectiva. Cuanto más decaída y triste está la gente más celebra el gol de su equipo, sintiéndose parte de ese proyecto. Uy aquí estamos entrando ya casi en sociología del deporte, cambio a la cruz de la fama.


La cruz: crítica, acoso y derribo al famoso. Tenemos el lado contrario. Si ya las revistas y medios se encargan de vendernos la imagen ideal del famoso, también tenemos la contraria. Muchos medios, sobre todo del corazón, ofrecen las imágenes más carroñeras de los famosos: sus ingresos en clínicas, sus excesos alcohólicos, sus adicciones, sus vicios inconfesables. Tranquilos: son dioses, pero de barro, tienen los mismos problemas que tú, seguro que muchos más. Da igual que tú estés parado y ellos ganen miles de millones, sus vidas son miserables y bajo su maquillaje hay una fachada banal e incluso aborrecible.
Ni cara ni cruz, ¿qué sentido tienen los famosos en nuestras vidas? ¿Qué nos aportan? Igual verlos desde la distancia, ni adorarlos ni odiarlos, no medir nuestro ego en comparación con el de aquellos que salen en los medios. Tomárselo con humor y sin dramatismos. O incluso hacer un ejemplo comparativo: yo no quiero ser este, no quiero vivir bajo esas pautas, no me convencen esos valores. Pensar por uno mismo, qué difícil, pero qué grande, ¿verdad?
Pasará el tiempo. Nuevas amys, cristianos, obamas y belenes esteban aparecerán. Seguirán apareciendo. Y pasarán. Millones de anónimos querrán sentirse famosos también. Las redes sociales nos inundarán. La vida, mal que bien, seguirá. En el fondo, en lo de verdad, en lo que somos, tampoco han cambiado tanto las cosas. "Todos estamos solos con nuestro dolor", dicen en la película de Frida Kahlo. Algo de verdad habrá. Señoras y señoras, la fama cotidiana. Gracias por seguirme, hasta otra!




lunes, 7 de junio de 2010

Pelotas


Acaba de terminar la serie 'Pelotas'. Televisión Española confirma que no habrá segunda temporada. De Lost a Pelotas. Nada que ver por supuesto, ni se me ocurre compararlas, no tendría sentido. 'Pelotas' me ha ido gustando cada vez más, empecé a verla por darle una oportunidad a esta serie española y me fue enganchando. La segunda temporada ha mantenido el nivel, pero finalmente se va a retirar por una discreta audiencia.
Me gusta de Pelotas el estilo de Cruz y Corbacho. En 'Pelotas' desarrollan los temas ya esbozados en su largometraje 'Tapas'. Historias de barrio, de gente sencilla, cercana y reconocible, que podrían ser nuestros vecinos. Sin entrar en moralinas ni en presuntas reivindicaciones sociales, sin querer ser retratos generacionales y por eso me gusta por su falta de pretensiones trascendentes, tan de moda en estos tiempos. Hasta la obra más sencilla quiere estar plagada de referencias conceptuales, quiere apabullar al espectador. En 'Pelotas' encuentras vidas de barrio, ancianas que se sienten solas, chavales del montón que intentan ligarse a la chica guapa, matrimonios inestables que resisten a pesar de todo y, en definitiva, un lienzo de la vida realista y simpático.
Pues sí, me gustó 'Pelotas'. Ya os digo, nada que ver con 'Perdidos'. Ni falta que hace, por supuesto. Corbacho de coña ha dicho que "ni todo era un sueño ni están en el limbo'. La vida continúa en la serie y fuera, eso siempre. Y sin fundidos a negro...