domingo, 31 de enero de 2010

El señor de las moscas

Mi primera lectura del año ha sido 'El señor de las moscas', de William Golding, una novela de 1954. Tenía interés en leerla mientras estoy siguiendo la serie 'Perdidos', ya que hay similitudes entre ambas creaciones. Esta novela parte de un accidente aéreo, en el cual un grupo de niños ingleses aparece en una isla. A partir de ahí tienen que empezar a vivir y a convivir. Un planteamiento de entrada similar al de 'Perdidos', aunque con niños en lugar de adultos. Pero en este caso la isla no es el problema, sino la naturaleza humana.

También se puede establecer un paralelismo con otra reciente lectura, la de 'El corazón de las tinieblas', de Conrad. Aunque en este caso se introduce otro tema de interés: la pérdida de la inocencia. En varias ocasiones los pequeños se preguntan cómo actuarían los adultos si estuvieran en esta situación. Al principio pueden mantener cierto orden, pero después las circunstancias, el miedo y la naturaleza humana hacen que afloren instintos que dan lugar a comportamientos salvajes. Esta novela se lee cronológicamente, su lectura engancha y permite todo una reflexión sobre la condición humana. Sobre lo que llevamos dentro. Seamos niños o adultos las semillas de la violencia están dentro de nosotros. Pero hasta en los momentos en los que reinan el caos y la locura siempre hay un destello de sensatez y de cordura.

Víctor Manuel en La Línea



Anoche fui con mi madre a ver el concierto que dio Víctor Manuel en el Palacio de Congresos de La Línea. El cantautor asturiano, acompañado por un guitarrista y por su hijo, David San José, al piano, fue repasando los temas más conocidos de su carrera, así como otros que no tuvieron tanto éxito. 'Vivir para cantarlo' se llama esta gira íntima, muy cercana al público, en la que la música tiene una gran importancia, pero también la palabra. Entre canción y canción el cantautor asturiano iba desgranando recuerdos de su infancia y de su vida.

A estas alturas Víctor Manuel no tiene nada que demostrar, tiene un público mayoritario, más aún si canta en unión de su mujer, Ana Belén, y es reconocido como uno de los grandes autores del panorama musical. Pero en este tipo de espectáculos la política y el compromiso también tiene importancia. Víctor Manuel recordó la transición, sus problemas con la censura, la lucha política en los 70 y compartió varias canciones en las que reclamaba libertad. En los 80 su música vuelve a conectar con el gran público y se abre a otros temas, sin dejar de lado su sensibilidad social. Su recital nos lleva hasta canciones más recientes, que también hablan de los temas que le interesan hoy día, como el atentado en Nueva York del 11 de septiembre, la violencia de género o la memoria histórica.

'El abuelo Vítor', 'La planta 14', 'María Coraje', 'Quiero abrazarte tanto', 'España camisa blanca', 'Ay, amor' o 'Nada sabe tan dulce como tu boca' fueron algunas de las canciones que interpretó. Mi favorita es 'Sólo pienso en ti', todo un clásico, conmovedora. Esta canción está basada en una historia real y sus protagonistas, dos personas con una discapacidad psíquica, viven, trabajan y tienen tres hijos, que cuidan de ellos, según relató el cantautor. Víctor Manuel conquistó al público, aunque en estos casos ya viene conquistado de casa. Un repaso musical, un recuerdo a nuestra historia que ya parece muy lejana. Entre tanta música escapista y tanto tópico, se agradece escuchar canciones que hablan de la vida real, de los problemas de la gente, y nos hacen reflexionar. Y recordar lo que ya parece muy lejano, pero lo que permitió que seamos lo que somos ahora. También me gustó su evocación asturiana, recordando leyendas y mitologías. Aquí os dejo con una de ellas: El cuelebre. Esta interpretación es de 1985, actualmente Víctor Manuel tiene 62 años.

miércoles, 27 de enero de 2010

Promiscuos musicales III, Raphael


Ya estamos todos. Tercera entrega de promiscuos musicales y la primera de 2010. Precisamente nuestro tercer promiscuo musical ha grabado duetos con los dos anteriores: con Joaquín Sabina su canción 'Cincuenta años después' y con Alaska varias colaboraciones: 'Divina', 'No puedo quitar mis ojos de ti', 'A quién le importa' o 'Estuve enamorado' entre otras.
Raphael. Él. El mito. El icono. Adorado, vilipendiado, lo amas o lo odias. Siempre excesivo y genial. Es muy grande y está ya de vuelta de todo. No tiene nada que demostrar, sólo disfrutar todo aquello que hace. Y se mete en todos los charcos. Y hace bien, aunque los resultados artísticos sean dispares (no se puede comparar su complicidad con Rocío Jurado que sus últimos múltiples duetos, por ejemplo con Mónica Naranjo, que aunque sean dos grandes voces se ve que falta esa chispa).
Tenemos boom de Raphael debido a la publicación de su disco que celebra sus cincuenta años en la música. Pero lo de grabar duetos viene de lejos. En sus numerosas galas en televisión ha cantado con múltiples artistas, como Rocío Dúrcal, Julio Iglesias, María Dolores Pradera, Manolo Escobar, Celia Cruz o Azúcar Moreno y hasta con un actor como Arturo Fernández. Y en el estudio ha pasado para darse el gustazo con cantantes que figuran en la historia de la música popular y melódica de los últimos 40 años, entre ellos Serrat, Sabina, Miguel Bosé, Paloma San Basilio, Miguel Ríos, José Luis Perales, Víctor Manuel y Ana Belén... Tampoco se amedrenta con los más jóvenes, cantando junto a Alejandro Sanz, David Bisbal, Juanes o Dani Martín, de 'El canto del loco'.
Y aún hay más: duetos con artistas internacionales con Tom Jones, Vicente Fernández, Armando Manzanero, Rita Pavone, Charles Aznavour, Caprice, Adamo, Nacha Guevara, Aída Cuevas y Paul Anka, entre otros. Y con voces femeninas tan dispares como Marta Sánchez, Pastora Soler, Ana Torroja, Jeanette y Montserrat Caballé. Estrellas del pop y de la ópera. Raphael no se corta. Y lo que le queda. Aquí os dejo con un dueto con Bunbury, una combinación curiosa y explosiva. Modernos como Alaska y él lo han reivindicado, contribuyendo a enriquecer su figura y su mito y a abrir nuevos públicos. Entre muchos jóvenes arrasa. Y su próximo proyecto es nada menos que un musical. Y no para. Tenemos Raphael para rato...

lunes, 25 de enero de 2010

Nine y el eterno femenino

Algunos hombres se ganan la vida vendiendo seguros, otros cociendo barras de pan, algunos se dedican a la política, al mundo militar o a la religión. También hay otros que hacen... películas. Sus cabezas deben trabajar febrilmente, ideando, imaginando, inventando, dándole vueltas una y otra vez a sus personajes, a sus tramas, a sus ideas estéticas. Hay directores que se dejan llevar por su imaginación y al final su cine se va volviendo cada vez menos narrativo y más espectacular, cada vez menos narración para ser pura imagen. Pura visualidad. Federico Fellini es uno de los autores más valorados del cine mundial. Y su película 'Otto e mezzo' está de actualidad por el reciente estreno de 'Nine', el musical de Rob Marshall, que ayer vi en el cine.




Pero no quiero contaros qué me pareció la película, si no reflexionar sobre la fascinación que siente un director de cine, o por extensión cualquier artista, por las mujeres. Ya sean mujeres reales, de carne y hueso, para las que escribes un papel de cine, o ya sean arquetipos mentales, iconos, ideas: la mujer-madre, la mujer-amante, la mujer-esposa, la mujer-amiga. Todas ellas adquieren cuerpo (no sé si también alma en este caso) en la película, pero a su vez son pura idea, pura fuente de energía, puro motor para seguir viviendo en la cabeza de Guido Contini, bloqueado en el proceso creativo de su novena película.



La mujer es el mito. Es creación y creadora. Es la que da vida y a la que siempre se vuelve para sentirse vivo. Ella puede ser inalcanzable y divina como Claudia Jenssen (el personaje que interpreta Nicole Kidman), la musa. Puede ser real y corpórea, sexual y alocada, como Carla Albanese (Penélope Cruz), la amante. Puede ser sufriente y resignada, dolorosa e infeliz, como Luisa Contini (Marion Cotillard), la esposa. Puede ser la mamma eterna, protectora, la que nos arropa tengamos la edad que tengamos, porque siempre estamos perdidos. Y la mamma es Sophia Loren, el mito italiano por excelencia.






Sueños, noches, canciones, música. Las mejores películas no se han rodado. Ni se rodarán nunca. Sólo están en las cabezas de sus directores. Pero en todo caso nos tendremos que conformar con esa pantalla en la que todo es posible, en la que el niño que fuimos se reencuentra con el adulto que somos, en la que todas las mujeres elegantes sueñan con ir a Positano, en la que entramos en el Folies Bergère y nuestros problemas se quedan aparcados en la puerta, y en la que todos los besos son de verdad porque ninguno se finge. El resto es humo, es sueño y es vida, que no cine.

viernes, 15 de enero de 2010

De tres en tres, II


Thomas Gainsborough fue un pintor inglés que insistía en que su obra siempre se viera de lejos. A un cliente que no le hizo caso le comentó que sus cuadros "no eran para olerlos".




El escritor francés de ciencia ficción René Barjavel inventó en su novela 'Le voyageur imprudent' (El viajero imprudente), de 1943, la paradoja del viaje en el tiempo o del abuelo. Es muy sencilla: imaginad que algún día se consigue que el hombre pueda viajar en el tiempo. Si uno viaja al pasado y mata a su abuelo o abuela, esa persona nunca habría llegado a nacer. Entonces, ¿cómo pudo viajar al pasado?




En una fiesta de la nobleza, en el siglo XVII, aparece Barry Lindon mientras un noble está jugando a las cartas. Su esposa no se encuentra en la reunión social.

-Buenas noches señor Barry, ¿habéis terminado ya con mi esposa?
-¿Cómo habeis dicho?
- Vamos señor Barry, soy un hombre que prefiere pasar por cornudo antes que por imbecil.

(Barry Lyndon, película de Stanley Kubrick)

domingo, 10 de enero de 2010

Colección Casa de Alba




Del 15 de octubre hasta ayer ha estado expuesta en el Museo de Bellas Artes de Sevilla una selección de la colección de la Casa de Alba. Aproveché para ir ayer a visitarla con mi madre, en la primera excursión del año. No lo considero viaje porque no nos quedamos allí a dormir. Tuvimos que esperar una cola de dos horas, pero mereció la pena para ver varias docenas de obras de esta colección privada, procedentes en su mayoría del Palacio de Liria de Madrid.

Desde el siglo XVI hasta el XX la muestra cuenta con una serie de retratos de la Casa de Alba, desde el Gran Duque de Alba hasta la actual Duquesa, tan popular gracias al HOLA y a los programas del corazón. Pasar a la posteridad retratados por los grandes pintores en imágenes que reflejan la visión del poder en cada etapa. La Casa de Alba tiene nueve siglos y es una de las principales casas nobiliarias españolas. Desde el siglo XVIII ha habido un gran afán coleccionista, continuado por los distintos duques y duquesas.

En esta exposición se pueden seguir retazos de la historia de España, contemplando el retrato doble que Rubens hizo de Carlos V y su esposa, la emperatriz Isabel, fallecida unos cuantos años antes, o a Eugenia de Montijo, emperatriz francesa al casarse con Napoleón III. Uno de los cuadros más representativos, que ilustra la cubierta del catálogo y los carteles anunciadores, es el de la Duquesa de Alba pintada por Goya. María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo y Silva Bazán es un personaje que forma parte del imaginario español, entre lo histórico y la leyenda. Se la recuerda como una mujer libre y también se habló de posibles amores con el pintor. Aquí se la muestra con un traje blanco con lunares del mismo color, un fajín rojo y una moña en el pelo. Aitana Sánchez Gijón interpretó a la Duquesa en la película 'Volaverunt', de Bigas Luna.

Y dando un salto en el tiempo llegamos al siglo XX, con cuadros de Romero de Torres, Sorolla, esculturas de Zuloaga y la pintura más actual de la exposición, una visión onírica del pintor bielorruso Marc Chagall. La exposición está organizada por orden cronológica y una de las pinturas que cierra, en la última sala, es la de la actual Duquesa de Alba niña, montada en su pony favorito. Ignacio Zuloaga no era muy dado a pintar retratos infantiles, aunque en este caso hizo una excepción. Y una obra que no está en la exposición, porque no existe, aunque podría haber existido, era el retrato de la actual Duquesa de Alba pintada desnuda por Picasso. Aunque Cayetana habría estado a favor, su primer marido se opuso. Así que esta obra forma parte de ese museo imaginario de las obras que nunca llegaron a realizarse.

martes, 5 de enero de 2010

La primera entrada del año

El comienzo de año es el momento idóneo para hacer buenos propósitos, para proponerse nuevos retos, para establecer las líneas maestras de por dónde queremos que vaya nuestra vida a lo largo de los próximos meses. Pero la vida, como siempre, será imprevisible, nos sorprenderá y también nos exigirá, en muchos casos ser mejores, en otros ser más creativos, en otros saber adaptarnos a las circunstancias. Entre balances de fin de año y propósitos para el nuevo andamos trascedentes en estos últimos días. Me alegro de estar un año más compartiendo estas líneas con vosotros. Ahí seguiremos y gracias por leerme.