miércoles, 20 de junio de 2012

¿Y después qué? - Los restos del naufragio


Cuando se apaga la luz roja, la amarilla y la verde
y no tengo claro si cruzar o no...

¿Y después qué?

Si la prima de riesgo sube tanto, tanto, tanto
que el techo de cristal se rompe
y nos rescatan y todo sigue igual
y nos vuelven a rescatar hasta
que el barco del sistema naufrague...

¿Y después qué?

Cuando haya recorrido todos los cuerpos deseables,
cuando mi boca haya besado todas las bocas,
de todos los colores, de todos los sexos, de todo lo posible,
cuando todos los orificios estén cubiertos

¿Y después qué?

Una vez que el calendario haya pasado,
las agendas se queden sin páginas
y no lleve el recuento de mis fracasos,
la colección de miedos,
el museo de las inseguridades
ni siga tomando nota del
inventario absurdo de mi propio vacío...

¿Y después qué?

Ahora que tengo todo lo que deseo,
que mi cuenta corriente brilla y
mi banco no necesita ser capitalizado.
Ahora que nuestros armarios rebosan
y no queda ninguna necesidad material
por ser cubierta.

¿Y después qué?

Cuando no tienes una tabla a la que agarrarte,
cuando te falta un ser querido,
cuando la esperanza queda siempre al otro lado,
cuando nadie te diga 'te quiero',
pero aún sientas que estás vivo,
que no has dado tu último aliento
y que queda una palabra pendiente.

¿Y después qué?

Tras los restos del naufragio,
cuando la resaca evoca lo que un día fuimos,
ahora que ya no nos amamos,
que no creemos en nada,
y que todas las instituciones están manchadas,
pero aún sospechando que la historia de la humanidad
y la propia nuestra aún no han acabado...

Es entonces cuando me vuelvo y me pregunto...

¿Y después qué?

"Nos queda Benares, Marrakech, Cádiz, Buenos Aires y Santo Domingo, si nos dejan volver", que cantaría Bunbury

lunes, 18 de junio de 2012

La vida sigue igual


La forma de expresión es lo que va cambiando de unas épocas a otras, de unos países a otros, de culturas diferentes, subgrupos urbanos... Pero en lo esencial la vida es muy parecida en todos los tiempos. La tecnología nos deslumbra, las nuevas tecnologías son el juguete de estos tiempos, pero a veces parece que perdemos de vista que la condición humana es la misma, solo que se va renovando y sofisticando cada vez más... hasta grados que a veces resultan ridículos.

Esta canción ha envejecido muy bien y con su forma de expresión sencilla permite reflexionar sobre los valores que conforman la vida. Siempre hay por qué vivir, por qué luchar, siempre hay por quién sufrir y a quién amar... Pueden cambiar los tiempos, los gobiernos, las filosofías, los libros, los países pueden cambiar, anexionarse nuevos territorios o desaparecer... los ídolos de ayer serán sustituidos por los nuevos dioses del mañana, las crisis, las ilusiones, los proyectos y las curvas de todo tipo (de arriba a abajo y vuelta a subir en lo político, lo económico y  hasta lo amoroso) se sucederán... pero en el fondo la condición humana es casi siempre la misma.

Todos buscamos algo que nos aporte sentido, sentirnos queridos. Nuestras obras quedan y nosotros acabamos pasando en el mundo. El ser humano siempre tendrá la necesidad de expresarse, de hacerse preguntas, de conocerse a sí mismo y a los demás... y nunca se dará por satisfecho, porque en eso consiste estar vivo. Y ahora que cante Julio Iglesias y nos recuerde que, por muy sofisticados que nos pongamos y haya tantos millones de datos nuevos y vivamos 'infoxicados', en lo esencial, en lo básico, en lo importante... la vida sigue igual.

lunes, 11 de junio de 2012

La incertidumbre constante

Una de las características de los convulsos tiempos en los que vivimos, con una fuerte crisis que, con mayor o menor incidencia en los países, ya tiene alcance mundial, es la incertidumbre constante. Tal es la magnitud de este fenómeno, el barco del capitalismo hace aguas por tantas partes que nadie se atreve ya a vislumbrar una fecha de finalización ni los analistas, expertos, economistas y politólogos se ponen de acuerdo en cuál es la forma para salir de esta crisis. ¿Austeridad o inversión? ¿Fomentar el gasto público para crear empleo o seguir recortando, desmontando así el estado del bienestar?

Complejas preguntas, que exceden al objetivo de esta breve entrada. Simplemente quiero reparar en la incertidumbre constante en la que nos toca vivir. Hemos llegado a un punto en el que todo está tan interrelacionado que lo que pasa en Nueva York puede afectar en cualquier parte del mundo y la situación de un país europeo se hace notar en la bolsa asiática. Todo está conectado y los gobiernos han ido perdiendo soberanía en beneficio de eso que se llaman 'los mercados'. Resulta casi increíble ver cómo han caído gobernantes elegidos en las urnas y tecnócratas han ocupado sus puestos, reconociendo así que la democracia misma está socavada en una época en la que, usando unas palabras más apocalípticas o menos, siendo más críticos o moderados, prácticamente todos coinciden en la gravedad de los acontecimientos. Algunos creen directamente que estamos asistiendo al fin de una época y al inicio de no se sabe bien qué, pero el inicio de algo diferente a lo que estábamos acostumbrados.

Y esta incertidumbre constante también crea una peligrosa brecha de confianza entre los ciudadanos y las instituciones. Los gobiernos mueren en las hemerotecas. En el caso de España, el presidente del Gobierno, en este caso Mariano Rajoy, del PP, ha hecho muchas cosas que había asegurado que no haría. Igual le pasó a José Luis Rodríguez Zapatero y en las urnas pagó el alto coste de unas medidas impopulares. De hecho al PSOE aún le queda mucho de travesía del desierto. Pero ahora la mirada está puesta en los actuales gobernantes y uno se pregunta, ¿qué podemos esperar si el lunes dicen una cosa, el miércoles la siguen negando y finalmente el viernes la confirman? El descrédito de las instituciones, la falta de apoyo a las pequeñas y medianas empresas y el enorme contraste entre las dificultades cotidianas de los ciudadanos y las ayudas al sistema financiero están creando un caldo de cultivo cuyas consecuencias se irán viendo en semanas, meses y años, porque lo que está pasando es tan fuerte, tan rápido y tan complejo que habrá que ver en perspectiva cómo hemos cambiado y cómo afectará todo lo que está pasando al sistema económico y al orden mundial en definitiva.

Mientras tanto empezamos una nueva semana, que estará presidida por la incertidumbre constante (aunque la Eurocopa hará que tengamos distracción para olvidar la gravedad de los acontecimientos o al menos disfrutar del fútbol para no pensar durante 90 minutos en la que está cayendo).

viernes, 8 de junio de 2012

Un cuento sin esperanza



Érase una vez un niño pobre
que no tenía padre ni madre.

Habían muerto todos
y no quedaba nadie.

Se fue y anduvo
buscando día y noche.

Como no quedaba nadie en la tierra,
quiso ir al cielo.

La luna lo miró con ternura.

Cuando llegó a la luna,
era una madera podrida.

Y se fue al sol.

Cuando llegó,
era un girasol marchito.

Cuando llegó a las estrellas,
eran mosquitos dorados.

Cuando quiso volver a la tierra,
ésta era una cazuela volcada.

Y se sintió muy solo.

Se sentó y lloró.

Aún sigue ahí, muy solo.

(Woyzeck, de Georg Büchner)