lunes, 15 de marzo de 2010

El joven Murillo


El pasado viernes día 12 de marzo estuve en Sevilla y visité en el Museo de Bellas Artes la exposición 'El joven Murillo'. Me gustó mucho, tanto por la calidad de los cuadros expuestos como por la oportunidad de tener una visión más amplia de este pintor, "maltratado por la crítica y la historiografía", según Benito Navarrete, comisario de la muestra. Bartolomé Esteban Murillo "fue un artista de su tiempo, con los pies en la tierra, no es sólo un pintor de inmaculadas y sanjuanitos".



Con la intención de profundizar en el conocimiento de la producción juvenil del pintor se ha organizado esta muestra, que viene a cubrir un vacío en el estudio de Murillo. Entre los 23 y los 38 años realizó numerosas obras que entrocan con la tradición del Siglo de Oro español. Si ha pasado a la historia por sus pinturas de temática religiosa, sus escenas de niños en la calle o de ancianas son un ejemplo de su sensibilidad social. Una de las pinturas que me llamó la atención fue la de esa hilandera. Con esta anciana está representando a una alcahueta.


La Sevilla del siglo XVII fue una ciudad fastuosa, de las más grandes de Europa y más populosa que la capital, Madrid, por aquel entonces. Una mezcla de grandes palacios y de arrabales paupérrimos. El pintor mantuvo una relación estrecha con los franciscanos, que predicaban una doctrina de justicia social (entiéndase en un contexto religioso) y denunciaron la herencia de los desvalidos. Como el niño piojoso representado en el lienzo del Museo del Louvre, que descansa solitario y con un aire melancólico, despiojándose, después de haber comido lo que tenía a mano, como muestran los restos de crustáceos en el suelo.



Obras de denuncia social que muestran a niños realizando tareas cotidianas como comer o espulgarse. Estos cuadros proceden de colecciones extranjeras, ya que debido a la desamortización y al botín de la Guerra de la Independencia se perdió gran parte del patrimonio artístico de Murillo. De todas formas, en Sevilla se conserva una gran colección de obras, atesorada en el Museo y en otros estamentos, así como en el Museo del Prado y otras colecciones. Aunque esta muestra ha sido única, ya que nos presenta los primeros pasos de un artista que pasó toda su vida en Sevilla. Al contrario que su paisano Velázquez, no llegó a ser pintor de corte. Con los encargos religiosos tuvo para toda su vida. Murillo, pintor de inmaculadas, pero mucho más que eso.

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