domingo, 11 de julio de 2010

Revolución

Quiero escribir unas líneas antes de que España juegue la final de la Copa del Mundo ante Holanda, en apenas una hora y media. Los medios de comunicación nos bombardean continuamente con el mensaje de que estamos viviendo un momento histórico, una era histórica, un partido histórico. Pero esta vez es verdad. La historia del fútbol en España es una historia de errores, de fatalismos, de quiero y no puedo, de penaltis fallados, de codazos y sangre, de esfuerzo, dolor y hasta humillación. De falsas experiencias. Hasta el 2008, cuando de no tener ninguna (ficticio, nadie recordaba la anterior, en los tiempos grises) pasamos a tener dos eurocopas. Y llegó nuestra hora.

Pues sí, nuestras vidas van a seguir igual si ganamos el Mundial. También serían iguales sin muchas de las cosas que consideramos imprescindibles. Pero no es hora de hacer demagogia ni filosofía barata. Una cosa tengo clara: las cosas tienen el valor que nosotros les damos. Y si la gente se olvida de sus miserias cotidianas con el fútbol, bienvenido sea. Puede que los fichajes sean escandalosos, que se cometan muchas injusticias, que un simple 'currito' en su vida vaya a ganar lo que cualquiera de los jugadores. Pero eso ahora no importa, injusticias las hay siempre.

En Sudáfrica, donde el apartheid, una de las mayores vergüenzas del ser humano. Contra el racismo, contra el que tanto se combate desde el fútbol. Los políticos, de uno y otro signo, como siempre, intentarán arrimar el ascua a la sardina. Pero no les hagamos caso. Lo que pase dentro de un rato, bueno, eso será otra historia. Pero esta es una historia de revolución, de cambio. Todo está en la cabeza, siempre ha habido calidad, pero esta vez hemos cambiado en algo. Esta vez nos lo creemos. Siento que es el momento, es la hora de la revolución. Quizás sea muy exagerado decir que el fútbol sea el paraíso en este valle de lágrimas, pero durante días las caras de la gente han estado llenas de alegría y de felicidad. Aunque sus miserias cotidianas sigan siendo las mismas, el pan nuestro de cada día, pero el gol de Puyol, las paradas de Casillas o lo que tenga que pasar ahora en la final son momentos para el recuerdo. Imágenes únicas, para la historia. Basta de fatalismo, de penaltis fallados, de miedos y de fantasmas del pasado. No sólo en el fútbol. Es la hora de nosotros. Es nuestra revolución, empieza dentro de cada uno de nosotros.

Siento que llegó nuestra hora, esta es nuestra revolución.

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