lunes, 21 de marzo de 2011

Madres castradoras (en la ficción)

En las últimas semanas me vengo encontrando en varias películas que he visto y una reciente obra de teatro a la que asistí con un arquetipo de un personaje que se repite y sobre el que me apetece escribir. Con sus diferentes matices de época y edades, pero todas comparten una misma actitud hacia sus hijos. Hablamos de las madres castradoras en la ficción. Curiosamente en los cuatro casos que voy a tratar las "víctimas" son las hijas, aunque también haya casos destacables de madres posesivas con sus hijos varones.


Erica (Barbara Hershey) es la madre de Nina en Cisne negro. Hacía tiempo que no me impactaba tanto una película, que narra perfectamente la neurosis en la que vive instalada una bailarina obsesionada con ser perfecta. Su madre, antigua bailarina, proyecta sus fracasos en su hija, a la exige que sea una extraordinaria bailarina, realizándose así a través de ella. Además la trata como a una niña pequeña, coartándole su libertad. Los besos y caricias esconden un discurso obsesivo e intolerable. Su entorno laboral y familiar son sumamente asfixiantes, con lo cual Nina tendrá que buscar una vía de escape demasiado radical.


Bernarda Alba es un personaje ya clásico de la literatura universal. Federico García Lorca supo construir a una madre autoritaria, reaccionaria, que tiene atadas a todas sus hijas. "En cada cuarto hay una tormenta", se dice durante la obra. Todas buscan la libertad, cada una a su forma, ya que en casa se chocan contra un muro de convencionalismos, dolor y odio reconcentrados en la dominante figura de su madre. Bernarda, producto de su época, es extremadamente dura, intratable y coarta el desarrollo personal de todas sus hijas. Le da miedo la libertad, vive sometida a la tiranía de las apariencias y al final las consecuencias serán terribles y catastróficas. Enorme personaje dramático que ha despertado el interés de actrices de primera fila y hasta hombres, como un actor (Ismael Merlo) o un bailaor (Antonio Canales), se han atrevido a ponerse en la piel de esta terrorífica mujer.

El cine de Disney tiene dos lecturas: la meramente infantil y también una lectura más adulta y hasta oscura. 'Enredad0s', la última película de la factoría, cuenta un cuento en el que vemos perfectamente representada a una madre castradora. Hay una secuencia muy significativa en la que representa a su hija todos los males que la acechan, haciéndole creer que el mundo es un lugar terrible y que no tiene derecho a vivir su libertad. Aunque en su caso la motivación es diferente (separarse de su hija significa, literalmente, envejecer), Gothel es una tremenda madre. Su perfil es de manual de psicología. Aunque en este caso, hablamos de Disney, su final es muy diferente al de Bernarda Alba o al de la madre de Nina...


Y dejo para el final a la que posiblemente me da casi más miedo que las otras tres juntas, bueno, aunque a Bernarda Alba es para echarle de comer aparte también. Margaret, la madre de Carrie, una fanática religiosa que tiene a su hija encerrada en otra cárcel de oro, pero en este caso de un barrio residencial estadounidense. Sobreprotectora, asfixiante y destructiva. Lleva el fanatismo religioso al extremo de hacer un daño moral irreparable a su única hija. Las consecuencias de toda esta presión irán demasiado lejos y veremos, literalmente, un auténtico baño de sangre.
Estos cuatro casos lógicamente son ejemplos del cine y el teatro, llevados a los extremos, pero en la vida cotidiana también hay casos de madres sobreprotectoras. Ser madre es una de las cosas más maravillosas que pueda haber en el mundo, pero las madres deben encontrar el equilibrio entre el amor enorme a sus hijos y la capacidad de estimularlos, de no cortarles las alas, de hacerles crecer lo más sanos posibles en este loco mundo y convertirlos en mejores personas. No de pintarles un mundo lleno de miedos e inseguro, como Gothel. Ni de hacerles demasiado pesada la losa de la religión, como Margaret. Ni de condicionar la felicidad de sus hijos a 'lo que opina la gente', a las apariencias, como Bernarda Alba. Ni proyectar frustraciones, miedos y fracasos ni querer realizar los sueños que uno no pudo lograr a través de ellos, como Erica.

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