martes, 15 de noviembre de 2011

La extrañeza de la vida

¿Qué hace un casto en un motel, qué hace un genio en un cuartel?


Más triste que un torero del otro lado del telón de acero...


Estas dos canciones de Joaquín Sabina y de Ricardo Arjona son canciones de amor, cantadas desde el sinsentido que experimenta el amante cuando no está junto a la persona amada. Pero a raíz de este sentimiento amoroso ambos hilvanan numerosas metáforas, comparaciones y preguntas que nos llevan a darnos cuenta de la extrañeza de la vida. Aunque ahora esté de moda una cierta actitud vital de pasotismo, de desencanto, de descrédito, de apatía emocional, en resumen, de estar de vuelta de todo... la vida no deja de resulta extraña. Siempre. No lo hemos visto todo, ni mucho menos.

Inútil como el semen de los ahorcados, como el libro del porvenir... canta el Flaco de Úbeda. ¿Qué hace un hippy en la oficina, una orca en la piscina, una monja en Carnaval?, se pregunta el cantautor guatemalteca. Aunque estemos preparados para muchas cosas, aunque hayamos vivido, aprendido, aunque tengamos amplitud de miras y hayamos pasado por las experiencias más diversas... la vida siempre resulta extraña. Siempre está por hacerse. Cuando nosotros tiramos por un camino, ella nos lleva por otro... por eso es tan imprevisible, por eso es tan compleja, por eso es tan fascinante y por eso no sirve tener todos los datos para entenderla... ni siquiera el arte y la cultura llegan a aprehenderla... solo queda vivirla. Extraño y loco mundo...

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