viernes, 29 de abril de 2011

El mago de Oz


Mi última lectura ha sido 'El mago de Oz', del escritor estadounidense Lyman Frank Baum. Autor de más de sesenta publicaciones de literatura infantil, ha pasado a la historia por 'El maravilloso mago de Oz', una delicia que sigue teniendo frescura, sigue cautivando e inspira tanto a adultos como a niños. Escrita con un lenguaje muy sencillo y articulado en breves capítulos, nos cuenta las aventuras de Dorothy, una niña que se verá separada de sus tíos, con los que vive, e iniciará un fantástico viaje, acompañada por una serie de personajes que se irá encontrando, hasta llegar a Oz y allí conocer al gran mago, para pedirle que le permita volver a casa.

La obra está llena de personajes y escenas inolvidables y fantásticas. Además de los protagonistas aparecen las brujas, los monos alados, los campos de amapolas o los simpáticos personajes enanos. Todo este mundo de fantasía se ha convertido en mítico por su constante presencia en la música y el cine estadounidenses. No puedo evitar emocionarme con la versión que hace Judy Garland de 'Somewhere over the rainbow' y a raíz de esta canción, que comparto, viene la reflexión que más me gusta y me inspira de esta obra.

'El mago de Oz' ha recibido numerosas interpretaciones. Desde lecturas políticas, que presentan esta fábula como una alegoría de la lucha política y económica entre los partidarios del patrón oro y los del bimetalismo en Estados Unidos a fines del siglo XIX, hasta lecturas posmodernas de identidad sexual, que ven un paralelismo entre estos personajes que se buscan a si mismos y los derechos de la comunidad LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales). Como toda gran obra de arte, no sólo entretiene, si no que inspira y no se agota, proponiendo nuevas y diferentes lecturas a las próximas generaciones.

Dorothy quiere volver a casa, porque "como en casa no se está en ningún sitio". El león cobarde quiere ser valiente. El hombre de hojalata necesita un corazón para sentir mientras que el espantapájaros no será feliz hasta que no encuentre un cerebro. Mi lectura de 'El mago de Oz' es humanista. Nos hacemos cada vez más sotisficados, la tecnología se desarrolla tanto que no la entendemos, vivimos en un mundo lleno de 'twets', posestructuralismo, fin de la historia, catástrofes, crisis constantes, desastres, caos, terror y muerte. Pero el ser humano, en sus momentos más vulnerables, vuelve a ser un niño, vuelve a sentirse una niña pequeña que necesita volver a casa. Vuelve a sentirse un león cobarde, acechado por los múltiples miedos y angustias contemporáneos. Vuelve a creerse un hombre de hojalata, pero bajo toda su fachada de autocomplacencia y de falsa fuerza, necesita un corazón. Vuelve a ser un espantapájaros, que no se espanta ni a sí mismo y que necesita, con toda urgencia, un cerebro.

El mensaje de 'El mago de Oz' es muy humano y la fábrica de sueños que es Hollywood se encarga de convertirlo en un mito. Hay que seguir soñando, hay que seguir caminando para vencer todas las dificultades y llegar a la Ciudad Esmeralda. A un lugar en el que se está mucho mejor. Incluso aunque ni consigamos llegar, pero merecerá la pena seguir ese camino de baldosas amarillas. Si habéis llegado hasta aquí, comprobaréis que soy un absoluto fan del 'Mago de Oz'. Y como dice Dorothy, estoy de acuerdo en que como en casa no se está en ningún sitio. Todos seguimos nuestro camino en la vida. Buenas noches, os dejo con una de mis canciones favoritas: 'Somewhere over the rainbow'...


1 comentario:

  1. Claro que sí, amigo mío, llegaremos y disfrutaremos del camino, cada uno del suyo, aunque compartamos tramos, nos vemos entre cafés vienes y charlas existenciales. te quiero anónimamente

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