miércoles, 11 de enero de 2012

La yuxtaposición de lo imposible


¿Qué tienen en común Tycho Brahe, Bárbara Rey, Benjamin Disraeli, Angelica Kauffmann y Mario Vaquerizo? Ellos, sus cinco imágenes juntas, configuran un ejemplo de la yuxtaposición de lo imposible, algo que ni los vanguardistas dadás de principios del siglo XX habrían imaginado en su deseo de romper con todo lo anterior. La posmodernidad tenía que rizar el rizo e ir mucho más allá.

Vivimos en una sociedad audiovisual, en la que en un solo día de nuestras vidas recibimos, posiblemente, más estímulos (a través de la televisión, las redes sociales, Internet, la publicidad, los mensajes urbanos) que en toda una vida de personas de siglos anteriores. Es imposible poder discernir entre todo lo que nos llega, así que cada uno aplica su filtro e interpreta la vida en función de gustos, intereses, religión, cultura, formación en un laberinto tan único y personal como, posiblemente, inextricable en su esencia. Por tanto tendríamos que conformarnos con una especie de pseudo-entendimiento o entendimientos parciales, puesto que intentar 'entender' hoy día, en todo el sentido de la palabra, es sencillamente imposible, porque no dispondríamos de tiempo material para cotejar todos los datos de lo existente.

Internet permite una yuxtaposición de lo posible y lo imposible, de lo creado  y lo imaginado, para hacer una continua reescritura de la historia, en claves muy diversas, aunque muchas de ellas pueden ser humorísticas. Vamos a pensar un ejemplo concreto. Una persona modifica un cartel de película para hacer una sátira política. La cuelga en la red. Pasan años, incluso décadas y gente de futuras épocas mira ese cartel creyendo que era real, no una sátira. Parece un ejemplo baladí, pero creo que uno de los riesgos de nuestra época, que por otro lado intenta ser tan precisa, correcta, categórica y políticamente correcta, sea reescribir constantemente la historia hasta el punto de que puedan llegar a resultar relatos incoherentes, con grandes componentes de ficción o de manipulación, directamente, por los más diversos intereses.

Uno de los problemas a la hora de entender el aluvión de información que nos rodea es la dificultad de separar el grano de la paja, lo solemne de lo banal. Internet es la gran fuente de la que todos bebemos y en ella tienen cabida numerosas informaciones interesantes, pero también todos los ejemplos posibles de lo banal, lo cutre, lo patético, lo exagerado, lo 'desinformante'. Imaginemos otro ejemplo: en una entrada en mi blog puedo publicar fotografías de personas de ideas políticas opuestas, a las que la mera idea de aparecer en un documento futuro al lado de su oponente les habría producido verdadera repulsión. Unir a rivales y contrarios, incluso satirizarlos o cuestionarlos. A cada uno o a ambos. En esta yuxtaposición de lo imposible podemos juntar a astrónomos, vedettes, futbolistas, políticos, cantantes, personajes televisivos con quince minutos de fama, productores de cine, monjas, dictadores, santos, actores porno o líderes sociales en una extraña amalgama. Podemos acabar por tener tanta información que no entendamos nada. Visual y simbólica. O podemos, directamente, tomarnos la historia a broma y mezclar todo lo que en su época pudo ser valioso o solemne en un coctel posmoderno de cortar y pegar...



No sé si habrá quedado clara mi idea, pero me va a ayudar mucho para acabar este texto esta canción de Hidrogenesse, que resume perfectamente el espíritu de mi entrada. La mezcla de todo en un nuevo producto, extraño y diferente, la visión irónica sobre acontecimientos del pasado, la insaciable necesidad de novedades, el repaso humorístico a iconos culturales que se mencionan pero no se conocen en profundidad... todo eso y un poco más. Vamos a bailar el siglo XX con Hidrogenesse. Con Jackie O o con JFK...






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