martes, 24 de enero de 2012

Estrella brillante

¡Viva Sevilla! ¡Viva el flamenco! ¡Viva Carmen Amaya!, así se despidió el pasado sábado, día 21 de enero, del Teatro de la Maestranza la artista granadina Estrella Morente. Era la primera vez que iba a verla, una artista a la que estaba deseando ver y escuchar y no me defraudó en absoluto, me cautivó y fascinó con una entrega absoluta sobre el escenario del Teatro de la Maestranza.

La sombra de su padre, Enrique Morente, la acompañó en el escenario, con un guiño en su chaqueta a los ojos 'picassianos' que llevó en más de una ocasión su padre, así como en algunos cantes, también del repertorio del maestro de Granada, un mito del flamenco. Estrella es su principal herencia artística y con 31 años canta fantásticamente. Ya es enorme y aún le queda muchísimo por cantar, aprender y vivir. Estrella Morente es clásica y contemporánea, siento un gran respeto por los cantes clásicos y a su vez no tiene miedo a innovar y a unir su talento al de artistas de otras épocas, nacionalidades y géneros.

En la Maestranza brilló especialmente en los cantes más alegres, como las bulerías y las cañas-jaleos. También hubo un momento para la intimidad de la soleá y cantó por un palo difícil como son las seguiriyas. Dedicó unas sevillanas, "como estamos en Sevilla", a Lola Flores, combinando letras de algunas de sus canciones. Además de su voz Estrella es un espectáculo, con una puesta en escena poderosa, elegante, cuidando los detalles. El fin de fiesta final fue el momento más especial y emotivo, cuando salió vestida como Carmen Amaya, con ropas humildes y el pelo recogido, arropada por sus músicos, entre ellos un veterano guitarrista, José Carbonell 'Montoyita', tocando los nudillos en una mesa al borde del escenario.

Y en uno de esos momentos mágicos que pasan de vez en cuando en los teatros, de entrega total y absoluta, de agradecimiento artístico, de 'arrancarse', de pura genialidad, Estrella Morente bajó del escenario y subió las escaleras, entre el patio de butacas, cantando a cappella para el público un fandango. Puro lamento y quejío, desgarro que sale de dentro. Acabó el concierto con una gran ovación del público, al que se fue ganando conforme avanzaba el concierto, ya que al principio estuvo más frío. Pero el final fue apoteósico. Solo por esos momentos ya mereció la pena ver a esta artista. Estrella brillante, espero seguir disfrutando de su arte y tener la oportunidad de verla de nuevo próximamente.

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