martes, 15 de mayo de 2012

Un año para indignarse

Hoy se cumple un año del 15-M, un movimiento social que ha generado numerosa repercusión mediática, al poner el dedo en la llaga de los numerosos problemas políticos, económicos y sociales que se han vivido en España en los últimos años. Ante la complejidad de cualquier fenómeno, todavía mayor en la época actual con tantas fuentes de información, se tiende a catalogar para intentar comprender y muchas veces esa visión, amplificada en medios de comunicación, la mayoría de las veces interesadas en manipular una visión, no hace justicia o queda reducido en un puro arquetipo.

Cuando surgió el 15-M se vio un soplo de aire fresco y tuvo gran repercusión internacional. El motivo de organizarlo en esa fecha era mostrar el descontento ciudadano a una semana de las elecciones municipales. En España un año después sigue habiendo tantos o más motivos para indignarse que en 2011. El Partido Popular ganó las elecciones nacionales y el PSOE inició una travesía en el desierto. Tras dos legislaturas, la gran mayoría de ciudadanos se mostró crítico con la gestión socialista, especialmente en el capítulo económico, y entró el Partido Popular, con amplio respaldo en las urnas. Pero en sus primeros meses las decisiones impopulares, condicionadas por las directrices europeas y del gobierno alemán de Ángela Merkel, han generado descontento social y las encuestas van informando de un lento pero progresivo deterioro de la imagen de los gobernantes.

España sigue viviendo muchos motivos para indignarse. El movimiento 15-M es muy complejo y reúne las sensibilidades más diversas. Se le acusa de falta de concreción, incluso algunos opinan que era más cercano a la derecha, otros también creen que aloja ideologías extremas o antisistema. Creo que uno de los problemas es que se acabe 'folclorizando' al movimiento y que muchas personas se queden con el arquetipo del 'perroflauta'. También que se intente encasillar o controlar las voces múltiples de los ciudadanos que, en la gran mayoría de los casos, están pidiendo cosas con sensatez y con los medios de los que disponen. El 15-M, con sus virtudes y defectos, sigue siendo necesario, porque es la muestra de que la sociedad no está anestesiada, que la gente tiene motivos para salir a la calle, para discutir de lo que no le gusta y para indignarse con años de abusos políticos, de predominio absoluto de la economía en todos los órdenes de la sociedad contemporánea, de corrupción y de degradación moral que ha llevado a un panorama muy negro, pero del que se puede salir, con mucho trabajo, pero reivindicando una democracia regenerada.

De todas formas... siempre habrá motivos para indignarse.

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