martes, 6 de octubre de 2009

Río de Janeiro



La ciudad maravillosa. Esta entrada viene marcada por la actualidad, ya que como sabéis el pasado día 2 el Comité Olímpico Internacional designó que fuera la sede de los Juegos Olímpicos de 2016. Y ganó a Madrid en la votación final, ciudad con la que, por cierto, está hermanada. Pero empecemos hablando de la ciudad maravillosa. Allí pasamos cuatro noches, llegamos el lunes 7 de septiembre (muy Mecano) y regresamos a Sao Paolo el viernes 11. Los autobuses interurbanos son comodísimos: muy grandes, con asientos abatibles.



El contraste con Sao Paolo es enorme: nada más llegar ya te das cuenta de que es una ciudad totalmente turística. Si en Sao Paolo apenas ves turistas, en Río están por todas partes. Nos hospedamos en un coqueto albergue, Bonita, en Ipanema, donde se estuvo hospedando en los años 60 el mítico compositor Antonio Carlos Jobim. Como hizo muy buen tiempo, el primer día lo aprovechamos para ir a la mítica playa de Ipanema.


8 de septiembre: subida al Corcovado, donde se encuentra la estatua del Cristo Redentor, una de las siete nuevas maravillas del mundo. La estatua es bonita, pero después de estar viéndola tantos años igual te la esperas más grandes. Yo creo que lo mejor es su ubicación, quizás los votantes premiaron la cara visible, el símbolo de una ciudad que en sí misma es una maravilla. Por la tarde estuvimos en la playa de Copacabana, aunque esta vez no hubo tanta suerte: el tiempo se nubló. Recuerdos de los años dorados, kilómetros de arena y numerosos hoteles conforman una de las playas urbanas más famosas del mundo.


Interesante el día 9 de septiembre. Un ferry nos llevó hasta Niterói, una población enfrente de Río. Los cariocas bromean con que lo mejor de Niterói son las vistas de Río de Janeiro. Allí visitamos el Museo de Arte Contemporáneo, una de las obras más celebradas del centenario arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, uno de los diseñadores de Brasilia. La colección es una pequeña muestra de obras de autores brasileños. Lo más interesante, como pasa con el Guggenheim de Bilbao, es el continente. Un platillo volante se ha posado frente a la Bahía de Río y extiende una pasarela para que se suban los visitantes a introducirse en un museo contemporáneo. Y con alfombra roja y todo. La visita se completó con la fortaleza de Santa Cruz, en la que residen unos 300 militares. Uno de ellos fue nuestro guía en una curiosa visita. Niterói también tiene extensas playas.



Para el 10 de septiembre dejamos la subida al Pan de Azúcar. Una lástima que amaneciera nublado, aunque a mitad de mañana, justo cuando ya terminábamos la visita, salió el sol. Te montas en el teleférico y subes a dos picos distintos. El Pan de Azúcar tiene 396 metros de alturas y, pese a la niebla, también permite contemplar las vistas espectaculares de esta ciudad. Por la noche fui a ver un concierto, al que dedicaré su propia entrada. Y lo bueno se va terminando: el viernes 11 de septiembre visité por la mañana el estadio de fútbol Maracaná, uno de los más grandes del mundo. Puedes ver los vestuarios, recorrer pasillos llenos de fotos de los jugadores brasileños más extraordinarios, de Pelé a Kaká, y también pisar el césped del estadio, para llevarte una panorámica general.


En líneas generales nos llevamos una impresión de Río de Janeiro, visitando los lugares más típicos para los turistas: Corcovado, Pan de Azúcar, las playas de Copacabana e Ipanema. Como nos movimos en transporte público pasamos al lado de distintos barrios, algunos muy populares, y también vi el sambódromo, una extensa avenida vacía que en Carnaval es el epicentro de la alegría. Esta ciudad es maravillosa y única: tiene mar, montaña, bahía, playas espectaculares, un lago y muchos lugares encantadoras. Otra cosa es la violencia, las fabelas, un poco caótica urbanísticamente, ya que es necesario construir túneles para unir unas zonas con otras. Me alegro de que la hayan designado Ciudad Olímpica, para que pueda recibir un impulso necesario. Ah, y también salimos de fiesta y una vez más queda demostrado que los brasileños son los más alegres del mundo.


Nota: Las fotos de la posada Bonita de Ipanema, Cristo Redentor, Maracaná y el símbolo olímpico son mías. El resto, como la mayoría de las que uso en el blog, son de Internet.

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