viernes, 14 de agosto de 2009

El amor, de Rossellini

(He titulado así esta entrada porque si no iba a parecer que podría hablar del amor, mejor dicho, del Amor, con mayúscula. Uff, es el tema por excelencia, pero hablar de amor es más complicado de lo que parece, mejor en otro momento)

Rebuscando en la estantería encontré un dvd de la colección ‘Mitos del cine’, de Círculo Digital, de esos que traen dos películas. Una era ‘Al servicio de las damas’, una divertida y alocada comedia de Gregory La Cava de 1.936. La otra es la que vi anoche. ‘El amor’, de Roberto Rossellini, realizada en 1.948, en plena posguerra italiana. Esta película cuenta con dos episodios, de unos 25 minutos el primero y en torno a los 45 el segundo. El tema del artista y su musa daría mucho juego, y ya haré más referencias. El director era pareja sentimental de la actriz y un rótulo anuncia que esta obra es un homenaje al arte de la gran italiana: Anna Magnani.





- La voz humana

El célebre monólogo de Jean Cocteau. Las aprendices a actriz podrían repasar estos minutos, en los que la Magnani hace todo un muestrario de emociones. La anécdota es pequeña, pero el potencial dramático fuerte: una mujer espera en su habitación la llamada del hombre que la acaba de dejar para irse con otra. Rodada en interiores, vemos la angustia de la protagonista, acompañada por su perro, y su inquietud hasta que escucha la voz amada y entonces abre su corazón, expresando todo el dolor que siente y pasando por diversas etapas anímicas. Una montaña rusa emocional. El rechazo y la -qué remedio- aceptación del duelo.

A Almodóvar le gusta mucho esta obra y la homenajea en ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’. El personaje de esta mujer me recuerda a la Leo Macías de ‘La flor de mi secreto’, que también está viviendo la agonía del abandono por parte de la persona que ama. Esta mujer está viviendo lo mismo que expresa la canción ‘Se nos rompió el amor’. Hay momentos melodramáticos, como cuando le dice que se suicidará, aunque luego reconoce que no tendrá valor para hacerlo. Pero a mí me gusta especialmente ese instante de debilidad emocional en el que le está pidiendo, casi rogando, que no vaya con su nueva pareja al hotel de Marsella en el que fueron felices.

La iluminación sobre el rostro de la intérprete es significativa. No sé si serán impresiones mías pero me parece que su rostro aparenta edades distintas según cómo se refleja la luz en su rostro. A veces parece más joven y otras envejece de golpe para después volver a rejuvenecer. Si bien podría caerse en el sopor sentimentaloide, esta mujer me conmueve, su dolor me llega y pese a pasar por todos los estados de ánimo posibles en unos minutos (rechazo, impotencia, dolor, chantaje emocional, aceptación) me la creo y me conmueve su dolor. Por el contrario, apenas tenemos datos del que la dejó. "Amor, amor, amor", le llama. No me lo imagino tampoco. La absoluta protagonista es ella. Ella es la dueña de la palabra y a él el relato sólo le deja el silencio y que se pierda en la neblina de la imaginación de los espectadores.



- El milagro

De un mundo melodramático (de hecho Poulenc llevó a la ópera ‘La voz humana) pasamos a un mundo hiperrealista, casi surrealista. De los interiores a los exteriores. Del cine más hollywoodiense al neorrealismo italiano. De una Magnani adulta y rota hasta otra inocente y aniñada, demostrando en poco más de una hora su variedad de registros interpretativos. Nanni, una sencilla campesina, que vive en la pobreza, se encuentra con un vagabundo mientras está en la montaña, junto a las ovejas que pastan. Su fe religiosa le lleva a imaginarse que es San José. “Mi santo guapo”, le llama. El desconocido le ofrece vino para aprovecharse de ella.

La noticia cae como una bomba en el pueblo: está embarazada. Aunque desde un planteamiento muy diferente y nada provocador, Rossellini fue mucho más lejos que cuatro décadas después Madonna en su mítico vídeo ‘Like a prayer’. Con un toque alegre y también sin provocar Pasión Vega cantó la historia de ‘Teresa’, otra mujer de profundas convicciones religiosas que entabla una relación con San Antonio. Pero en un pueblo de la posguerra una mujer que dice que se ha quedado embarazada de San José sólo es merecedora del desprecio general.

Como en las pinturas flamencas de las burlas a las que someten a Jesucristo durante el camino al Calvario, los aldeanos acompañan a Nanni en una procesión paródica. Primero agradece que le lanzan flores y después se revuelve contra ellos, al ser consciente de la chanza. Tan sólo una señora quiere ayudarla ofreciéndole empleo, pero ella se niega a aceptarlo. Nanni es completamente sencilla, pura, casi virginal, con poca cultura, pero mucha fe.

Un relato sencillo y humanista, con gran sensibilidad religiosa, propia de su director. Lejos de la visión de estos tiempos, mucho menos inocente y más compleja, pero interesante. El personaje de Nanni está lleno de humanidad y por eso nos posicionamos a su lado y rechazamos a los pueblerinos que la insultan y se burlan de ella. Y al final entendemos por qué se llama el milagro. Como anécdota San José está encarnado por el director Federico Fellini, que hizo por primera vez de actor en una película de Rossellini, con quien había colaborado previamente en el guión de ‘Roma, ciudad abierta’ tres años antes. Y sólo tuvo que actuar, ya que el papel es mudo. El silencio de los santos.

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