lunes, 24 de agosto de 2009

Pasar a la posteridad

Se puede pasar a la historia por un verso, por un gol, por una canción, por un decreto, por unas piernas largas, por unos ojos. Si esto es así, por mucho más motivo se puede ser inmortal por un buen retrato.

(Manuel Vicent)

Le tomo la palabra al escritor valenciano. Vamos a repasar algunos ejemplos de cómo pasar a la posteridad.

Un verso



¿Quién no ha escuchado alguna vez eso de ‘Con cien cañones por banda, viento en popa a toda vela’? Los siguientes párrafos ya son más difíciles de recordar. No sé si las nuevas cibergeneraciones lo siguen estudiando, pero la ‘Canción del pirata’ de José de Espronceda era obligatoria en todo libro de literatura del mundo hispano. Como tantos y tantos otros, el escritor romántico ha quedado sólo en el recuerdo gracias a estos versos, aunque tiene otras creaciones de entidad, como ‘El estudiante de Salamanca’. Creo que salvo a Bécquer en general a los escritores románticos españoles no se les lee demasiado.

El pirata es el paradigma de la libertad. Incluso hoy día en el imaginario colectivo nos lo imaginamos como un espíritu libre, que surca los sietes mares, con un amor en cada puerto, sin atender a convencionalismos y siempre dispuesto a nuevas aventuras. Joaquín Sabina compuso en su disco 'Física y química' una divertida canción sobre la fantasía de otras vidas en su ‘La del pirata cojo’, que últimamente cantó en su gira con Serrat. Ambos con vestuario pirata y todo.



Un gol


20 de junio de 1.976. Final de la Eurocopa de Yugoslavia: Checoslovaquia-República Federal de Alemania. 30.000 espectadores. Árbitro italiano: Sergio Gonella, no tan famoso y mediático como Pierluigi Collina, pero lo citamos para aportar más datos. Estamos en el Crvena Zvedzda Stadium de Belgrado. Svehlik se adelantó para los locales en el minuto 8 y Dobias marcó el segundo en el 25. Tres minutos después Müller acortó distancias y tras una segunda parte en la que parecía que no iba a haber goles en el 90 llegó el empate gracias a Hölzenbein, delantero del Frankfurt.
En la prórroga no hubo goles, así que llegó el turno de los penaltis. Todos los aficionados sabemos lo emocionante que es y en nuestra retina quedará grabada la mítica tanda del España-Italia en la que Casillas estuvo salvador. Pero volvamos a los 70. El checoslovaco Masny marcó. Después lo hizo el alemán Bonhof. Seis lanzamientos, seis goles. Jurkemik marcó y después falló el delantero teutón Hoeneb.

Entonces le tocó el turno a Antonín Panenka, jugador de 27 años, del Bohemians de Praga. Jugaba por el medio y la velocidad no era uno de sus fuertes. Justo antes de lanzar se dio cuenta de que el cancerbero alemán, Maier, se estiraba hacia el lado izquierdo. Así que conectó con la punta de la bota la parte inferior del balón, levantándolo un par de metros haciendo una vaselina. Acabó entrando por la portería y el guardameta alemán, que se lanzó para ese lado, veía lo que no pudo evitar. Checoslovaquia se convirtió en el sorprendente ganador de la Eurocopa. Y desde entonces los locutores deportivos usan el término ‘lanzar un penalti a lo Panenka’. Esto sí que es pasar a la posteridad por un gol, que además valió todo un campeonato de Europa. La mano de Dios es otra historia. Aquí os dejo con las imágenes, acompañadas con un fragmento de 'The best', de Tina Turner.







Una canción

Posiblemente ‘Get happy’, ‘It´s only a paper moon’ o ‘I´ve got the world on a string’ no os digan mucho. A mí tampoco, las he encontrado en la wikipedia. Pero cuántas emociones, recuerdos y vivencias, cuánta carga cinéfila, simbólica, mitómana y hasta reivindicativa (la canción es un himno gay) genera ‘Over the rainbow’. Desde Plácido Domingo hasta Jimi Hendrix, de Ramones a Toris Amos o Rufus Wainwright la han versionado. Y los que quedan. Recuerdo que una noche Sardá pidió a Boris que cantara en Crónicas marcianas y se puso solemne para entonar el estribillo de esta canción.

Así que bien se mereció pasar la historia Harold Arlen. Está considerad uno de los autores más prolíficos de Estados Unidos. La Recording Industry Association of America la eligió la mejor canción del siglo XX. Eso queda para la anécdota, otras asociaciones preferirían otras y en cada nueva encuesta saldría alguna distinta. El caso es que esta canción tiene un inmenso poder evocador, es sencilla y efectiva y habla de algo que todos, tarde o temprano, tenemos en la cabeza: pensar en que haya algo más allá del arco iris. Como anécdota hace setenta años ganó el Oscar a la mejor canción original. Yip Harburg fue el letrista, también lo recordaremos en esta entrada sobre la posteridad.

Estaba deseando que apareciera en mi blog, así que allá va. Con subtítulos en portugués y todo. Judy Garland es otra historia y también aparecerá por aquí, como tantas otras divas del cine, fuente inagotable de inspiración.




Un decreto



Juan Bautista Spotorno nació en 1.832 en Cuba y murió en 1.917. Fue un patriota que en su juventud se vio inflamado por los ideales revolucionarios y llegó a ser presidente de la República en armas. Su nombre sólo quedaría para el recuerdo de los historiadores a no ser por el decreto que se promulgó durante la Guerra de los Diez Años (1.868-1.867). Este documento legal condenaba a muerte a todo emisario, ya fuera español o cubano, que se presentara en el campo de la insurrección haciendo proposiciones de paz. De esta forma los cubanos rebeldes reprimían a quienes no defendían sus principios, como eran la independencia de Cuba y la abolición de la esclavitud.

No llegó a tener ni una década de vigencia y en diciembre de 1.877 fue derogado, para permitir negociaciones que culminaron con el Pacto del Zanjón, que establecía la capitulación del Ejército Independentista Cubano frente a las tropas españolas. Tendrían que pasar unos veinte años para se cumpliera el objetivo cubano de la independencia. En una de esas geniales anécdotas y esas contradicciones que tiene cualquier vida, en mayor o menor medida, se dio la circunstancia de que Spotorno se entrevistó con Bartolomé Masó, militar independentista, por su pronunciamiento en Bayate, para intentar convencerlo de que se sometiera a la legalidad bajo el régimen de la metrópoli española. No lo consiguió y además tuvo que pasar por el trago de que se propusiese aplicarle su propio decreto. No llegó a pasar, pero en cuántos casos uno toma de su propia medicina. Que se lo digan a Robespierre.


Unas piernas largas


A finales de los 90 y comienzos del 2.000 causó sensación. La eslovaca Adriana Skleranikova es otra de las muchas modelos despampanantes que se casan con futbolistas de éxito. Por eso heredó el apellido Karembeu. Su espectacular belleza podría quedar desperdigada en la red como la de otras tantas que protagonizan contraportadas cada día. Pero el Guinnes –hasta que venga otra- acredita que tiene las piernas más largas del mundo.

Mide 1,78 centímetros, de los cuales 1,21 son piernas. Como siempre la ciencia suele entrar en el terreno de lo curioso y un estudio de la Universidad polaca de Wroclaw intentó demostrar –científicamente claro- que las piernas largas resultan mucho más atrayentes a la hora de buscar pareja, ya que se asocian a la buena salud. Visto lo visto, puede decirse que la señora Karembeu tiene una salud de hierro.


Unos ojos



Podrían decirse tantas cosas de ella. Pero aquí sólo citaremos una: sus ojos. El color violeta es rarísimo y ella tuvo esa suerte, entre otras muchas, que ayudan a forjar el mito. Por muchos motivos ya está en la posteridad, es una de las pocas leyendas vivas del Hollywood clásico, pero además siempre nos quedará ese color de ojos fascinante, cautivador, imposible para la mayoría de los mortales. Puro sueño en violeta. La vida en violeta.



Pues sí. Ya hemos visto que se puede pasar a la historia, perdón, a la Historia, con mayúsculas, por un verso, un gol, una canción, un decreto, unas piernas largas o por unos ojos. Así que con mucho más motivo se puede ser inmortal por un buen retrato...



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